21 nov 2011

claustrofobia en la biblioteca central


El terror me invadió este sábado. Tras una larga estadía en la sala lectura de la biblioteca salí de la habitación para encontrarme con un paisaje desolado y silencioso. El edificio estaba cerrado en su totalidad y nadie en el mas que mis acompañantes y yo. Las puertas cerradas bajo llave por dentro y las salidas de emergencias selladas por un maleficio sobrenatural... como decía el fallecido Juan Ramón Sáenz, ¨aquí se respira el miedo¨.

Estar atrapado en una biblioteca es una simultánea bendición y maldición: tener tanto conocimiento a tu alcance pero no poder divulgarlo afuera. A veces pienso que ese es el destino de los miles de libros eternamente estancados en las repisas. Tienen tanto que decir y pocos son los que se dignan a aprender.

Al fín encontré una salida abierta en el segundo piso y sin apuros salí por ella activando la alarma. Un par de guardias tuvieron el cinismo de regañarnos después del encierro sufrido a causa del descuido de sus compañeros. Regresé a casa para preparame para todo lo que tomó lugar en ese extraño día.

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