Entraron las 9 de la noche y las nubes se avistaban en el cielo. Ayer me dijo un ave "no dejes que... te engañen, afuera la negra Tomasa ha predecido la llegada de los caifanes a la ciudad. El miedo a que esto fuera un fraude ya que fue pospuesto dos veces este concierto y los boletos tan cáros que perdí mi ojo de venado. Tropecé con una piedra y grité "matenme por que me muero!". Tras una larga fila noté que de noche todos los gatos son pardos y noté que la fila era infinita como en otros lugares, pero aquí no es así. La fila avanzó deprisa y el viento nos llenaba de frío.
Afortunadamente el recital fué en sábado y no en miércoles de ceniza. Al fín aparecieron los dioses ocultos,.. sí! ocultos por una enorme carpa enmedio del lugar el cual casi gritaba "avientame". Dos horas y media de himnos de la caifanada mexicalense ignorando el frío hasta morir. Ya una vez terminado, allá afuera nos esperaba el regreso a casa con la cabeza como la célula que explota por la enfermad que tengo.
Hoy es un día largo de muchas actividades pero me tome unos cuantos minutos para escribir este texto, estimado lector, para que no digas que no pienso en tí. . .